domingo, enero 29, 2006

RÍO ARRIBA

Vista aérea del Orinoco
c. 1938

"...los remos exponen alternativamente la cara azul y la cara amarilla de la pala, tan ligeros sobre el agua como el reflejo de las grandes bandadas de ararás que atraviesan el río, haciendo resplandecer todas juntas, en cada viraje, su vientre de oro o su dorso de zafiro. El aire ha perdido la transparencia de la estación seca. Al alba todo se confunde en una espesa niebla rosada, bruma matinal que asciende lentamente del río. Se siente ya el calor, y poco a poco este calor indirecto se hace preciso. Aquello que no era más que una temperatura difusa se transforma en un rayo de sol concentrado en una parte de la cara o de las manos. El aire rosado se llena de matices y aparecen islotes azules. Pareciera que la bruma se enriquece, cuando en realidad tan sólo se ha desvanecido."
Claude Lévi-Strauss, Tristes Tropiques


TRAC-PLOF, TRAC, CHAS... TRAC...
TRAC-PLOF, TRAC, CHAS... TRAC...

¿Qué dormidos navegantes despiertan con el golpe de nuestros remos? Pienso en Lope de Aguirre y sus marañones; pero él iba a favor de la corriente, hacia el porvenir, abriendo una herida por la que América todavía sangra. Yo en cambio la remonto en busca de una civilización, de una humanidad perdida. La fuerza del agua, cruel analogía del tiempo, nos arrastra continuamente hacia el mar, y a menudo el resultado de horas de esfuerzo desaparece en un instante. En estos casos la expedición se ve obligada a detenerse y desembarcar para salvar por tierra el tramo intransitable del río. Mientras ayudo a cargar y descargar el equipaje, una pregunta me asalta: ¿queda realmente algo por rescatar? Los indígenas que hemos encontrado a lo largo del río entienden nuestra lengua, usan nuestras herramientas, visten nuestras mismas ropas, beben nuestro aguardiente. Cada día es más esquiva esa alegría suprema: la embriaguez del descubrimiento. Satisfacción que se destruye a sí misma, porque al gozarla se desvanece el encanto que emanaba de su objeto. Ya lo hemos visto, ya lo conocemos, ya no nos sorprende. Y sin embargo, una esperanza débil pero inextinguible sigue impulsándonos río arriba. Siempre remando. Siempre en movimiento.

martes, enero 17, 2006

ARTE POÉTICA NEONACHISTA

Extraído de la entrevista a Francisco González Terán publicada en la revista "La Lanterne", París, 19XX

[...]

La Lanterne: Críticos eminentes han subrayado la inexistencia de una poética neonachista.
González Terán: ¡Todo lo contrario! El movimiento se alimenta de poesía, respira poesía, calienta sus huesos fríos con poesía combustible robada a los poetas, rescatada de sus manos asesinas. Poesía arborícola en peligro de extinción, poesía fugitiva capturada en cepos subterráneos, poesía en vuelo que derribamos con cañones antiaéreos. Fauna abisal que nos mira y que miramos a través de los cristales de un batiscafo. Tongolele de obsidiana; ligera como una piedra, sólida como una pluma. Piedrapluma. Plumapiedra.
¿Cuál ha sido el sustento constante de nuestra obra? La poesía, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos. La poesía, única prueba concreta de la existencia del hombre. Queremos cosecharla y regalarla a manos llenas, como los caramelos que se lanzan desde las carrozas en los carnavales de pueblo. Poesía para el que está bailando. Poesía para el que está sentado. Poesía para el que quiera. Poesía para todo el mundo.

La Lanterne: Y sin embargo, ni un solo poema...
González Terán: No me interesan ni los poemas ni los poetas con sus cuadrupedantes oropeles de rimbomba. Aristóteles dijo: "Nada hay de común, excepto la métrica, entre Homero y Empédocles", y por eso llamamos poeta al primero y nadie sabe quien carallo es el segundo. No todo poema contiene poesía. Por otra parte, hay poesía sin poemas; paisajes, personas y hechos suelen ser poéticos.
Los poemas me aburren. Son cursis. Son ñoñerías de una caterva de feminoides despechados. Cuando busco poesía en los poemas casi nunca la encuentro. Hay más en las nalgas de una mujer que en la Divina Comedia.